Cristo sabía que su amigo Lázaro estaba gravemente enfermo, pero que esta enfermedad no acabaría en la muerte, sino que serviría para gloria de Dios. No deja de sorprender el contraste existente entre nuestra manera de pensar y la de Cristo, entre nuestro vocabulario y el suyo. Llamamos muerte a la enfermedad, al dolor, a la pobreza, a todo aquello que conduce a la muerte física. Sin embargo Cristo la llama «sueño»; por eso va a despertar a su amigo.
Hoy somos invitados a reflexionar sobre la muerte verdadera, de la que nos habla claramente San Pablo. Se trata de la muerte fruto del pecado, muerte de la que Cristo no nos puede resucitar sin nuestra propia voluntad. Hay muchos vivientes que andan como muertos, porque les falta el Espíritu que da la verdadera vida. Hay muchos que soportan enfermedades irreversibles, que aceptan la cruz del desprendimiento total, la muerte física, sabiendo desde la fe que es camino de resurrección y de vida eterna.
- Oración
«Cristo lo es todo para nosotros. Si quieres curar tus heridas, Él es médico. Si la fiebre te abrasa, Él es la fuente de agua fresca. Si te oprime el peso de la culpa, Él es la justicia. Si necesitas ayuda, Él es la fuerza. Si temes la muerte, Él es la vida. Si deseas el cielo, Él es el camino. Si huyes de las tinieblas, Él es la luz. Si buscas comida, Él es el alimento. Buscad y ved cuán bueno es el Señor; dichoso el hombre que espera en Él.»