Domingo decimonoveno del tiempo ordinario ciclo A.
Tal como están las cosas me parece que hay ciertos peligros que a todos, de una manera o de otra, nos amenazan. Ante todo, el miedo: la vida está cada día más difícil, el futuro no se ve claro, la gente se siente amenazada de muchas maneras. De ahí que casi todo el mundo busca seguridad y protección; pero, como eso no se encuentra en las instituciones civiles y profanas, cada día es mayor el número de personas que buscan en la religión la seguridad que no encuentran en otros sitios. Ahora bien, cuando el instinto básico que nos empuja hacia lo religioso es el deseo de seguridad, la significación de la fe nos resulta prácticamente incomprensible, porque el dinamismo característico de los creyentes no es la seguridad, sino la fidelidad.
1. Oración inicial
Ven, Espíritu Santo, mi vida se haya en la tempestad, los vientos egoístas me empujan a donde no quiero ir, no consigo resistir su fuerza. Soy débil y falto de fuerzas. Tú eres la energía que da la vida, Tú eres mi fortaleza, mi fuerza y mi grito de plegaria. Ven Espíritu Santo, desvélame el sentido de las Escrituras, devuélveme la paz, la serenidad y el gozo de vivir.
2. Del primer libro de los Reyes (19,9ª.11-13)
En aquellos días, cuando Ellas llegó al Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo: «Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va a pasar! » Vino un huracán tan violento que descuajaba los montes y hacia trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva.
Aparición de Dios a Elías sobre el monte Horeb. Yahvé no se reveló a Elías en el viento impetuoso, ni en el terremoto, ni el fuego, sino “en el ligero y blando susurro”. El susurro de la brisa final quiere indicar la naturaleza espiritual Dios. El significado del ligero susurro parece indicar también la suavidad con que Dios dirige el curso de los sucesos de la historia. Su providencia se revela con suavidad. Es una lección para Elías: ha de canalizar su ardiente celo por la causa de Yahvé, y llevar adelante su misión a través de los caminos ordinarios de la vida.
Amenazado de muerte por la impía Jezabel, Elías huye del país y se dirige al monte Horeb o Sinaí (v. 2s). Su marcha dura cuarenta días a través del desierto, durante los cuales revive la experiencia del éxodo de Israel. Dios le proporciona el agua y el pan que necesita (vv. 5-8) y, al llegar al Sinaí, se refugia en la misma cueva en la que se escondió Moisés esperando el «paso del Señor» (cf. Ex 32. 22). Elías, representante de los profetas, vuelve a las raíces del pueblo de Israel y a los orígenes de su historia. Con ello significa que su reforma religiosa, por cuya causa es perseguido, entronca directamente con la obra de Moisés: toda reforma autentica de Israel es una restauración de la alianza con Yahvé.
Si el huracán, el terremoto y el fuego abrasador fueron señales de la presencia de Yahvé en el Sinaí cuando la promulgación de la ley (Ex 19.) ahora Yahvé se revela al profeta Elías en el susurro de una brisa. La teofanía es diferente y se acomoda a los nuevos tiempos que inaugura Yahvé por medio de los profetas. La brisa es el símbolo del espíritu de Dios y de la fuerza renovadora que ejerce por medio de los profetas.
3. SALMO RESPONSORIAL
El pasado, el presente, el porvenir. Así como el pueblo de Israel recordaba los beneficios que Dios le había hecho en el pasado, para tener seguridad de su protección en el futuro, nosotros también, en los días de prueba, debemos recordar las gracias que han marcado nuestra infancia, nuestra juventud, nuestro pasado. Actualizando la primera estrofa del salmo, podemos decir: «Señor, Tú has hecho esto conmigo… Tú me has concedido esto o aquello… Tú me has perdonado…». La tierra responde al cielo, el cielo responde a la tierra. La afirmación, «la verdad brotará de la tierra, y del cielo penderá la justicia», no es sólo una imagen maravillosa, sino la definición misma de la «religión»: religar, establecer relación, entre la tierra y el cielo, entre el hombre y Dios. Los campanarios, los minaretes, y todas las arquitecturas religiosas del mundo, apuntan hacia el cielo como una especie de signo simbólico.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 84,9ab-10. 11-12. 13-14
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor.
Dios anuncia la paz.
La salvación está ya cerca de sus fieles
y la gloria habitará en nuestra tierra.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la Justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra
y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
4. Lectura de la carta de san Pablo a los Romanos (Rom 9,1-5)
Hermanos: Como cristiano que soy, voy a ser sincero; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza y sangre, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según lo humano, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.
Los capítulos 9, 10 y 11 de Romanos tratan de un problema específico de Pablo: el destino y la comprensión del destino de su pueblo, de Israel. Son capítulos difíciles y, realmente, no los más interesantes para nosotros. En la Biblia no todo tiene la misma relevancia en cada momento histórico. Por otra parte se prestan a lecturas simplistas e historicistas, de tipo apocalíptico pretendiendo ver realizado concretamente cuanto Pablo dice.
Sin embargo, el tema merece entenderse un poco, también por nuestra parte, porque es un ejemplo, un caso excepcional, de la acción de Dios en la historia de los hombres. No por curiosidad y menos por aportar argumentos a posibles polémicas antijudías, como ha sido el caso algunas veces a lo largo de la historia, sino para procurar comprender y aceptar la forma de proceder de Dios.
Como primera parte de la larga reflexión paulina, llaman la atención dos cosas. Por un lado en el v. 3 el que Pablo quiera estar separado de Cristo (eso significa el original «anatema») en bien de sus hermanos. Es un amor integral y absolutamente desinteresado hasta límites absurdos. Naturalmente es algo paradójico, pero indica que en el cristianismo lo más importante es el otro por encima de cualquier otra consideración, aun religiosa. De hecho el Evangelio puede decirse que es un mensaje sobre el hombre y no sobre Dios, imitando el estilo paulino. Y que el hombre está, para nosotros, antes que Dios, si ello fuera posible o necesario. Lo religioso, lo vertical, y con mucha mayor razón lo eclesial, lo institucional, está absolutamente por detrás del amor real al otro.
El otro punto interesante -aunque mucho menos- es la acción de Dios en favor de Israel en la historia de forma definitiva e irrevocable. La realidad de esta intervención es tangible en muchos aspectos. Sobre ella vendrá el desarrollo de los otros acontecimientos.
5. Lectura del santo Evangelio según San Mateo 14,22-33.
Después que se sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida -¡Animo, soy yo, no tengáis miedo! Pedro le contestó: -Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua. El le dijo: -Ven. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: -Señor, sálvame. En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: -¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado? En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: -Realmente eres Hijo de Dios.
22 Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. La multiplicación de los panes (14, 13-21) podría haber generado en los discípulos esperanzas triunfalistas con respecto al Reino de Dios. Por tanto, Jesús ordena inmediatamente alejarse. Él “obligó”, verbo insólito de fuerte significado. El pueblo aclama a Jesús como Profeta (Jn 6,14-15) y quiere hacerlo guía político. Los discípulos son muy fáciles a malentender (Mc 6,25; Mt 16,-12), y hay el riesgo de dejarse llevar del entusiasmo del pueblo. Los discípulos deben abandonar esta situación.
23 Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí. Jesús se encuentra delante de una situación en la cual la gente galilea se entusiasma por el milagro y hay el peligro de que no comprendan su misión. En un momento tan importante como éste, Jesús se retira en solitario para orar, como en el Getsemaní (Mt 26,36-46).
24 La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Este versículo, en el cual se habla de la barca, sin Jesús, en peligro, se puede unir al v. 32 donde el peligro cesa con la subida a la barca de Jesús y Pedro
25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar. Jesús aparece a los discípulos de modo insólito. Él transciende los límites humanos, tiene autoridad sobre todo lo creado. Se comporta como sólo Dios puede hacerlo (Job 9,8; 38,16)
26 Los discípulos, viéndolo caminar sobre el mar, se turbaron y decían : “Es un fantasma” y de miedo se pusieron a gritar. Los discípulos luchaban con el viento contrario, habían pasado una jornada emocionante y ahora una noche sin dormir. En la noche ( entre las tres y las seis), en medio del mar, se llenan de miedo al ver a uno que va a su encuentro. No piensan en la posibilidad de que pudiera ser Jesús. Tienen una visión humana, creen en los fantasmas (Lc 24,37). El Resucitado, al contrario, ha vencido las fuerzas del caos representado por las olas del mar.
27 Pero al instante les habló Jesús diciendo: “¡Ánimo!, soy yo; no temáis”. La presencia de Jesús aleja todo miedo (9,2.22). Diciendo “Soy yo” evoca su identidad (Ex 3,14) y manifiesta el poder de Dios (Mc 14,62; Lc 24,39; Jn 8,58; 18,5-6). El miedo se vence con la fe
28 Pedro le respondió: “Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas” Parece que Pedro todavía quiere una confirmación de la presencia de Jesús. Pide un signo.
29 “¡Ven!” le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. De todos modos Pedro está dispuesto a arriesgarse saliendo de la barca y tratando de caminar sobre aquellas olas agitadas, en medio del impetuoso viento (v.24). Afronta el riesgo de creer en la Palabra: ¡ven!
30 Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y como comenzara a hundirse, gritó: “¡Señor, sálvame!” Se necesita también de la perseverancia en la elección de la fe. Las fuerzas contrarias (el viento) son tantas, que hay riesgo de sucumbir. La oración de súplica lo salva.
31 Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” Pedro no ha sido dejado solo en su debilidad. En las tempestades de la vida cristiana no estamos solos. Dios no nos abandona aun cuando aparentemente parezca que está ausente o no hace nada
32 Subieron a la barca y amainó el viento. Apenas Jesús sube a la barca las fuerzas del mal cesan. Las fuerzas del infierno no prevalecerán sobre ella
33 Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: “Verdaderamente eres Hijo de Dios” Ahora sucede aquella profesión de fe que se ha venido preparando desde el episodio precedente de la multiplicación de los panes, purificado con la experiencia del alejamiento del Pan de vida eterna (Jn 6,1-14). También ahora Pedro puede confirmar a sus hermanos en la fe, después de la prueba.
6. Para el que quiera profundizar
Jesús, hombre de oración
Jesús ora en la soledad y en la noche (Mt 14,23; Mc 1,35; Lc 5,16), a la hora de las comidas (Mt 14,19; 15,36; 26,26-27). Con ocasión de los acontecimientos más importantes: el bautismo: (Lc 3,21), antes de escoger a los doce (Lc 6,12), antes de enseñar a orar (Lc 11,1; Mt 6,5), antes de la confesión de Cesarea (Lc 9,18), en la Transfiguración (Lc 9,28-29), en el Getsemaní (Mt 26,36-44), sobre la cruz (Mt 27,46; Lc 23,46). Ruega por sus verdugos (Lc 23,34), por Pedro (Lc 22,32), por sus discípulos y por los que le seguirán (Jn 17,9-24). Ruega también por sí mismo (Mt 26,39; Jn 17,1-5; Heb 5,7). Enseña a orar (Mt 6,5), manifiesta una relación permanente con el Padre (Mt 11,25-27), seguro que no lo dejará nunca solo (Jn 8,29) y lo escuchará siempre (Jn 11,22.42; Mt 26,53). Ha prometido (Jn 14,16) continuar intercediendo en la gloria (Rm 8, 34; Heb 7,25; 1 Jn 2,1)
7. Oración final
Señor Jesús, a veces estamos llenos de entusiasmo y olvidamos que eres tú la fuente de nuestro gozo. En los momentos de tristeza no te buscamos o queremos que intervengas milagrosamente. Ahora sabemos que no nos abandonas nunca, que no debemos tener miedo. La oración es también nuestra fuerza. Aumenta nuestra fe, estamos dispuestos a arriesgar nuestra vida por tu Reino.
Sugerencia de Cantos:
Entrada: Iglesia Peregrina – C. Gabaraín. Presentación de Dones: Con amor te presento, Señor – C. Erdozaín. Comunión: Tú que caminas sobre la mar – C. Gabaraín. El Señor es mi fuerza – J. A. Espinosa. Si vienes conmigo – C. Gabaraín. Hombres de poca fe – Brotes de Olivo. Salida: Tú eres del Señor – Kairoi.