Tabor y Calvario, dos elevaciones, dos montes, son también dos modos de posicionarse en la vida y frente a la vida. Desde la altura del Tabor todo es luz, resplandor, claridad, las cosas pierden sus aristas y los acontecimientos su contrapunto. ¡Qué bien se está! Es la tentación de quedarse en la idealización de la vida, en el gozo inmediato de la evasión, por encima del bien y del mal, que queda como a los pies. Desde el monte Calvario, coronado de cruces, la cosa cómo cambia.
1. Oración:
Señor, Padre Santo, tú que nos has mandado escuchar a tu Hijo, el predilecto, alimenta nuestro espíritu con tu palabra; así, con mirada limpia, contemplaremos gozosos la gloria de tu rostro. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Seguir leyendo «Segundo Domingo de Cuaresma – Ciclo C»