A la luz de esta certeza hoy brota lo mejor de nosotros mismos e irradia con todo su esplendor nuestra fe como discípulos de Jesús. Efectivamente, somos cristianos porque creemos que Jesús ha resucitado de la muerte, está vivo, está en medio de nosotros, está presente en nuestro caminar histórico, es manantial de vida nueva y primicia de nuestra participación en la naturaleza divina, de nuestro fundirnos como una pequeña gota de agua en el inmenso mar del corazón de Dios.
“Día de la Resurrección. Resplandezcamos de gozo en esta fiesta. Abracémonos, hermanos, mutuamente. Llamemos hermanos nuestros incluso a los que nos odian. Perdonemos todo por la Resurrección y cantemos así nuestra alegría: Cristo ha resucitado de entre los muertos con su muerte ha vencido la muerte y a los que estaban en los sepulcros les ha dado la vida” (Del Tropario).