De viñas y viñadores nos hablan las dos lecturas. Es un símbolo familiar para la cultura hebrea y por eso mismo, reaparece en numerosos libros bíblicos. El pueblo de Israel es comparado con una viña; los dirigentes son los viñadores. Tanto en Isaías como en el Evangelio de san Mateo el veredicto es el mismo: la ineficacia y el abuso de poder fueron la nota característica. Tal como lo refiere el canto profético de la viña: Dios esperaba justicia y derecho, es decir, bienes que no lo favorecerían a Él, sino a su pueblo. Sin embargo, tales frutos no aparecieron por ninguna parte, pues lo que prevaleció fue la violencia y la injusticia. Dios no se cruza de brazos, al contrario, una y otra vez envía emisarios para exigir una rendición de cuentas. Cuando el empecinamiento de los viñadores es desmedido, Dios toma la decisión definitiva: despoja del encargo a los viñadores ineficaces.