Somos la viña del Señor y su plantel preferido. Él espera de nosotros una buena cosecha, para que corra la justicia como un río y los hombres puedan vivir en paz y en fraternidad.
- Oración:
Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican; derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
“Con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican” (colecta). Esta oración se mueve en el Misterio, que es la realidad de Dios, donde nosotros nos hallamos inmersos. Dios es más grande que nuestros méritos y deseos. Es más grande que nuestra conciencia y nuestras súplicas. Y aquí radica nuestra confianza: “en caso de que nos condene nuestra conciencia, Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo” (1Jn 3, 20). Al fin y al cabo, el cristiano no descansa en sí mismo. El cristiano descansa en la bondad insondable del Padre que se nos ha manifestado en Jesús, el Señor. Y el mismo movimiento que lo lleva hacia el Padre no es obra suya: es el Espíritu del Padre y del Hijo quien lo causa: “El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; …intercede por nosotros” (Rm 8,26; d. 16.) Seguir leyendo «Domingo 27 del Tiempo Ordinario – Ciclo A»