DOMINGO DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR Ciclo C
Con la Ascensión, los cristianos asumimos la misma tarea del Salvador: consagrar el mundo a Dios en el altar de la historia. Para el cristiano cada día es una liturgia de alabanza y bendición de Dios. No hay ninguna actividad de la vida diaria de los hombres que no pueda convertirse en una ofrenda santa y agradable a Dios. Por el bautismo estamos llamados a confesar ante los hombres la fe que recibimos de Dios por medio de la Iglesia. Como discípulo de Cristo confieso mi fe en la familia, en las reuniones de amigos o de trabajo; pongo mi fe por encima de todo, y hago de ella la medida de mi decisión y comportamiento. ¿Es ya mi vida una liturgia santa y agradable a Dios? ¿Es éste mi deseo más íntimo y mi más firme propósito?
1. Oración inicial:
Señor Jesús, Tú que antes de ascender, de volver al Padre, nos has dejado la misión de ser nosotros los que lleváramos tu Palabra hasta los confines de la tierra, nos has prometido el Espíritu Santo que vendría y nos capacitaría para la misión que nos has dejado, ahora que vamos a reflexionar este pasaje para conocer lo que nos pides, te pedimos que nos ayudes a comprender y valorar todo lo que significa ser instrumentos tuyos, para que otros te conozcan y te sigan. Desde ahora derrama tu Espíritu en nosotros, para que valoremos el don que nos das, al enviarnos en tu Nombre. Que así sea.