Domingo 28 del Tiempo Ordinario – Ciclo A

ordinario

Es para todos bien sabido que para Jesús una de las comparaciones más usuales y socorridas a la hora de hablar del Reino y de la vida eterna es la figura del banquete nupcial. Parece que algo de lo que es esencial en un banquete nupcial es también esencial en la idea que Jesús se hace de lo que debe ser tanto este mundo nuestro como el Reino de Dios. Compartir la mesa y la vida.

1. ORACION COLECTA

Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos siempre dispuestos a obrar siempre el bien. Por nuestro Señor Jesucristo.

Para toda obra buena, necesitamos el estímulo y del acompañamiento de la gracia de Dios. Es lo que nos dice Jn 15, 1-17, Separados de mí no podéis hace nada (5). Que estemos siempre dispuestos a hacer el bien. Hacerlo sin descanso.

2. Lecturas y comentario

2.1. Lectura del libro de Isaías 25, 6-10a

Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. – Lo ha dicho el Señor -. Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte.»

El autor intercala, en un himno de acción de gracias y un himno de alabanza, un cántico que celebra la bondad de Dios, Señor del universo, ofreciendo un suculento banquete. El tema de la perícopa es, pues, el festín que prepara Dios a los hombres que siguen su voluntad. La descripción es poética, fascinante. Solemnemente anuncia el profeta el contenido de la disposición divina bajo la figura de un festín:

a) Exquisitez, abundancia, finura, excelencia. No se limita el Señor a saciar el hambre y a calmar la sed. Va a calmar la sed y a saciar el hambre de una forma completa: abundancia de manjares exquisitos, derroche de vinos generosos.

b) Alejamiento y destierro de todo luto y duelo, de toda enfermedad y dolor, destrucción de la misma muerte. El velo que cubre la humanidad entera de dolor y de luto va a ser destruido para siempre. Ni llanto ni lágrimas ni muerte.

Dios ofrece, pues, un banquete digno, un banquete capaz de aquietar y satisfacer las ansiedades y apetencias más profundas y dignas del espíritu humano. No habrá hambre ni sed (azotes perennes de la humanidad); no habrá llanto ni lágrimas (trabajos duros, enfermedades, guerras…); no habrá muerte (enemigo ineludible de la humanidad entera). Toda necesidad, todo dolor, todo límite que constriñe al hombre y le obliga a llevar una existencia lamentable, ha sido definitivamente alejado. Al espíritu humano se le ofrece el objeto para el que ha sido creado. El verso noveno declara que es Dios mismo la fuente de la alegría y del regocijo. Dios mismo es nuestra salvación. Nótese de pasada la suerte de Moab. Para ellos no hay alegría ni regocijo; no hay banquete. Ellos se han levantado contra Dios. Para ellos no hay salvación; les queda la muerte, el escarnio y la vergüenza.

La promesa de Dios sigue en pie.

2.2. SALMO RESPONSORIAL Sal 22, 1-3a. 3b-4- 5. 6

R. Habitaré en la casa del Señor por años sin término

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

El salmo 22, uno de los más bellos de todo el salterio comienza con una afirmación atrevida: “El Señor es mi pastor, nada me falta”. Este creyente que se sabe guiado y acompañado por la mano firme y protectora del pastor, proclama con tranquila audacia su ausencia de ambiciones. Tiene todo lo que necesita: conducción, seguridad, alimento, defensa, escolta, techo donde habitar… Difícilmente anidarán en su corazón la agresividad, la envidia, la rivalidad, todas esas actitudes que amenazan siempre el convivir con los otros fraternalmente.

2.3. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 12-14. 19-20

Hermanos: Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Es aleccionadora la postura que toma Pablo con motivo de un donativo que le han hecho los Filipenses. Pablo se alegra en el Señor, no precisamente por la necesidad superada posiblemente por el donativo de los de Filipos, sino por el afecto que a él le tienen, expresado en el donativo. La necesidad ocupa un plano muy secundario en la vida de Pablo. Está avezado a todo. No le inquietan las necesidades. La aspiración suma y única de su espíritu es Cristo. Todo lo demás sobra. Él lo puede todo, en Él encuentra su fuerza. Por eso se alegra en el Señor y da gracias a Dios, que aumentará el premio de los donantes. De la acción buena de los Filipenses se alegra Pablo en el Señor. Es Dios quien ha de proveer siempre. Él depende inmediatamente de Dios. Por eso está dispuesto a todo.

2.4. Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 1-14

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: – «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: “Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda. Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.” Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales reparo en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?” El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.” Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»

Cristo recuerda como inminente la promesa de Dios y la aplica a su persona. En Él, ofrece Dios a los hombres los bienes mesiánicos, bajo la figura de un banquete nupcial. En Él ofrece Dios la satisfacción de toda inquietud, la destrucción de toda calamidad, la vida eterna. Recuérdense las palabras de Cristo en San Juan: El que tenga sed que venga a mí y beba; Yo soy el Pan bajado del Cielo, quien come de este Pan no tendrá hambre jamás; Quien come mi carne y bebe mi sangre vivirá eternamente; Yo soy la Resurrección y la Vida, quien cree en mí no morirá jamás.

El llamamiento de Dios a participar de este banquete se extiende a todos. A los justos y a los pecadores, al mismo tiempo. Nótese que la invitación al banquete es signo de amistad. Dios ofrece su amistad a los hombres.

Unos, los que se tenían por justos -sentido histórico- desechan la invitación, la desestiman, la desprecian; no les interesa. Más aún, se indignan, se sublevan, se levantan contra Él y matan a los enviados. La amistad de Dios se convierte en ira. El Rey los destruye. En lugar de amistad, de banquete y alegría se encuentran con la destrucción y la muerte. (Recuérdese en este momento a los Fariseos y a todos aquellos que hacían depender su salvación exclusivamente de sus obras, del cumplimiento de la Ley. A éstos les sobra Cristo. Contra ellos reaccionará violentamente Pablo). Se consideran justos. Están satisfechos de sí mismos. Ellos se bastan a sí mismos. No se sienten necesitados -hambrientos-. El segundo grupo lo componen los pecadores. Éstos se dan cuenta de su necesidad. Sienten acuciante el hambre y la sed. Acuden a las bodas. A ellos les ofrece Dios el Pan de vida eterna y el Vino que quita la sed para siempre. Es necesario sentir hambre para suspirar por el pan; es necesario experimentar la sed para correr a la fuente. Es necesario sentirse pecador para acudir a la salvación. Es el primer paso para la salvación reconocer la situación de indigencia en que nos encontramos. San Lucas especificará los motivos de la repulsa de los primeros. Se prefieren un par de yuntas de bueyes a la amistad con Dios.

San Mateo añade a la parábola una cláusula muy importante. El hombre que no lleva el vestido de bodas. Sea cual fuere el uso de la antigüedad a este respecto, la intención de Mateo es clara. Mateo dirige la parábola a los cristianos de su tiempo. Los pecadores están dentro de la Iglesia -Monte de Sión, de Isaías-; no basta entrar a las bodas. Es menester comportarse bien. Hay que observar una conducta intachable. Al banquete hay que ir con dignidad. El descuido culpable de uno puede echarlo todo a perder. Mateo no especifica cuál ha de ser el vestido de las bodas. Le basta con indicar el peligro de descuido.(Quizás se pudiera hacer aquí mención de la vestidura blanca del Bautismo). No se pueden pasar por alto las tinieblas exteriores. Hay aquí una oferta, las Bodas, y una amenaza, la muerte. No se puede ser indiferente.

Hagámonos las siguientes preguntas a) ¿Quiénes representan a los invitados que rechazan la invitación? b) ¿Quiénes representan a los nuevos invitados encontrados por los caminos? c) ¿Quién representa al hombre sin traje nupcial? d) ¿Cuáles son en mi vida “los asuntos urgentes” que me impiden aceptar la invitación de Dios? e) ¿Cuál es el traje pedido por mí concretamente para poder

La invitación al gran banquete: Los profetas muchas veces anunciaron los bienes de la salvación y especialmente aquellos de los tiempos escatológicos con la imagen de un banquete. La primera lectura de la liturgia de este domingo (Is 25, 6-10a) es un ejemplo. Isaías, como también Jesús, habla de un banquete preparado por Dios para todos los pueblos, pero el pueblo de Israel y más específicamente la ciudad de Jerusalén, quedan al centro del proyecto de Dios, como mediadores de la salvación que Dios ofrece a todos. En el Nuevo Testamento, por el contrario, aún reconociendo que “la salvación viene de los judíos” (Jn 4, 22), el único mediador de la salvación es Jesús, que continúa ejerciendo su mediación a través de la comunidad de sus discípulos, la Iglesia.

Veamos que significa El traje nupcial Es una ofensa para quien te ha invitado, ir a la fiesta con un traje ordinario de trabajo. Es señal de que no tienes en la debida consideración la ocasión a la que has sido invitado. Esta imagen, utilizada en la parábola del banquete del reino, quiere significar que no se entra en el Reino sin estar preparado; el único modo de preparase a ello es la conversión. En efecto, cambiar vestido en lenguaje bíblico indica cambiar el estilo de vida o sea convertirse (ver por ejemplo, Rom 13,14; Gal 3, 27; Ef 4, 20,24).

De esta manera: “Muchos los llamados, pocos los elegidos” La expresión es un semitismo. En ausencia del comparativo, el hebreo bíblico usa expresiones fundadas en una drástica oposición. Por lo cual esta expresión no dice nada sobre la relación numérica entre los llamados en la Iglesia y los elegidos a la vida eterna. Sin embargo, es verdad que la parábola distingue entre la llamada a la salvación y la elección y perseverancia final. La generosidad del Rey es inmensa, pero es necesario tomar en serio las exigencias del Reino. La expresión es una acuciante llamada a no contentarse con una pertenencia formal al pueblo de Dios. No se puede tomar la salvación por descontado. En esto Jesús sigue de cerca la enseñanza de los profetas. Basta recordar a Jer. 7, 1-15 i Os 6, 1-6.

Oración final

Oh «Dios», misterio insondable que intuimos en el fondo y más allá del Ser y de la Vida, al que solemos imaginar como Padre y Padre, Origen, Fuente, Comienzo… Nos gozamos hoy, con Jesús, en imaginarte como quien ha invitado a todos los seres al banquete de la vida, a la fiesta de unas bodas de amor… Sustenta tú nuestro gozo y nuestra esperanza, para que como nos dice Jesús, consideremos nuestra vida toda, una invitación, un convite a la alegría, una participación en la Fiesta de la Vida. Nosotros te lo pedimos inspirados y movidos por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.

Moniciones

ENTRADA

Hermanos: La Eucaristía es anticipo del banquete de bodas del Reino. El Señor nos ha invitado a su boda. Por eso nosotros debemos disponernos de la mejor forma que podamos para este acontecimiento de gracia, que es esta celebración dominical. Cristo nos da como alimento el pan de su Palabra, de su Cuerpo y de su Sangre. Por eso recibámosle gozosos y agradecidos. Celebremos con alegría y con fe la Eucaristía de este domingo.

LECTURAS

La parábola del banquete de bodas es hoy el centro de la Palabra que vamos a escuchar. El Buen Pastor nos conduce a fuentes tranquilas. Pablo confiesa que todo lo puede en Aquel que le conforta. Por tanto, estemos atentos y dispuestos a la proclamación de la Palabra de vida que el Señor nos dirige en este día.

DESPEDIDA

Hermanos: Hemos participado en la Eucaristía, banquete de salvación y de paz, sin mérito alguno por nuestra parte. Gratis hemos recibido, demos gratis. Que el amor que el Señor ha derramado sobre nosotros seamos capaces de trasladarlo a nuestras familias y ambientes. Que el Señor nos conceda un feliz domingo.

Un comentario sobre “Domingo 28 del Tiempo Ordinario – Ciclo A

  1. Buen día hermanos​ gracias por compartir esta reflexión de las lecturas de cada domingo , también me gusta mucho la idea de las moniciones , sigan así, que Dios les siga bendiciendo

Deja un comentario