En torno al Evangelio
Todas las lecturas bíblicas que proclamamos en la Eucaristía son palabra de Dios. Pero de un modo especial es el Evangelio, la Palabra que nos llega por el mismo Cristo Jesús. Por eso lo tratamos con “suma veneración” (IGMR 35).
Cuando queremos expresar un especial respeto y aprecio hacia algo o hacia alguien, acumulemos gestos expresivos para manifestar nuestra actitud interior. Es lo que pasa en torno al Evangelio: el Misal nos invita a realizar toda una serie de gestos simbólicos para expresar la veneración que nos merece la Palabra del mismo Cristo.
Es la Palabra de un Dios vivo, que nos convoca, nos anima y nos salva, y que en el Evangelio nos interpela a través del mismo Cristo, la Palabra viviente que Dios, de una vez por todas, dirige a la humanidad. En él, más que en ninguna otra lectura, se cumple aquello de que “Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de sus fieles” (IGR 33): Esta es la razón de ser de todas esas manifestaciones de respeto y de aceptación que hacemos en torno al Evangelio, y que nos sugieren la IGMR del Misal Romano y la ordenación de las lecturas de la Misa (=OLM), publicada, en nueva edición, el año 1981.