Domingo 31 del Tiempo Ordinario – Ciclo A

31 DOM TO

Antífona de Entrada

Así como Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que a los que mueren en Jesús, Dios los llevará con él. Y así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida.

  1. Oración Colecta

Oremos: Escucha, Señor, benignamente nuestras súplicas, y concédenos que al proclamar nuestra fe en la resurrección de tu Hijo de entre los muertos, se afiance también nuestra esperanza en la resurrección de tus hijos difuntos. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

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30 Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A

30 DOM TO

EL MANDAMIENTO PRINCIPAL

La pregunta capciosa que los fariseos dirigen a Jesús no es una cuestión trivial. En la sociedad judía de aquel tiempo, existía una infinidad de mandamientos y de interpretaciones que terminaban por abrumar la conciencia de las personas. ¿Cómo hacer para cumplir con tantos preceptos, sin desatender ninguno? El riesgo mayor era que se podían descuidar los mandatos fundamentales y obsesionarse por los accesorios. De ejemplos y casos de esta confusión tenemos noticia en los Evangelios. De ahí que la respuesta del Señor Jesús siempre seguirá siendo nuestro referente fundamental: tan importante es el amor a Dios como el amor al prójimo. El libro del Éxodo concreta de forma precisa el alcance del amor al prójimo al legislar a favor de los emigrantes, las viudas, los forasteros y los huérfanos.

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29 Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A

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Estamos hoy ante una de las frases más citadas del evangelio, y a la vez muchas veces interpretada con un sentido oportunista, según el interés de cada uno. Lo que sí es cierto que marca el comienzo de una corriente histórica de pensamiento social, un primitivo cristianismo que comenzó a establecer diferencias entre la moral y el derecho, entre el fuero interno (la conciencia) y la conducta externa (la ley). Ambos campos, en realidad, dialogan continuamente. En el evangelio se nos da una respuesta en la que cada elemento tiene su papel.

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Domingo 28 del Tiempo Ordinario – Ciclo A

28 Dom TO

Primera lectura: Isaías 25,6-10a

6 El Señor todopoderoso preparará en este monte para todos los pueblos un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera, manjares exquisitos, vinos refinados. 7 Y en este monte destruirá la mortaja que cubre todos los pueblos, el sudario que tapa a todas las naciones. 8 Destruirá la muerte para siempre, secará las lágrimas de todos los rostros y borrará de la tierra el oprobio de su pueblo – lo ha dicho el Señor -. 9 Aquel día dirán; Éste es nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación, éste es el Señor en quien confiábamos; alegrémonos y hagamos fiesta, pues él nos ha salvado. 10 Se ha posado en este monte la mano del Señor.

El texto de Isaías nos presenta el banquete mesiánico que el Señor de los ejércitos preparará en lo alto de un monte, en Jerusalén. Se trata de un festín espléndido, con manjares que satisfacen el apetito y sacian el hambre, dispuesto por el Señor para todos los pueblos, incluso para aquellos que todavía no han podido contemplar el rostro del Señor porque lo tenía cubierto.

En otro lugar del libro de Isaías figura: Aquel día habrá una calzada de Egipto a Asiria: los asirios entrarán en Egipto y los egipcios en Asiria, y egipcios y asirios adorarán juntos al Señor: Aquel día, Israel, junto con Egipto y Asiria, será bendito en medio de la tierra, porque el Señor todopoderoso los bendice diciendo: «Bendito sea mi pueblo, Egipto; y Asiria, obra de mis manos; e Israel, mi heredad»» (Is 19,23-25). El Señor, destruyendo la muerte, la última enemiga, enjugará las lágrimas del rostro de todos los pueblos.

Israel, su pueblo y su heredad, podrá expresar su gozo y su alegría porque su afligida y atormentada esperanza ha conseguido lo prometido. El señor ha sido fiel a su palabra, a pesar de la larga espera. Sin embargo, Moab, pertinaz en su soberbia, no participará del banquete (cf la Segunda parte del v. 10, omitido en la lectura litúrgica).

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Domingo 27 del Tiempo Ordinario – Ciclo A

27 Dom TO

De viñas y viñadores nos hablan las dos lecturas. Es un símbolo familiar para la cultura hebrea y por eso mismo, reaparece en numerosos libros bíblicos. El pueblo de Israel es comparado con una viña; los dirigentes son los viñadores. Tanto en Isaías como en el Evangelio de san Mateo el veredicto es el mismo: la ineficacia y el abuso de poder fueron la nota característica. Tal como lo refiere el canto profético de la viña: Dios esperaba justicia y derecho, es decir, bienes que no lo favorecerían a Él, sino a su pueblo. Sin embargo, tales frutos no aparecieron por ninguna parte, pues lo que prevaleció fue la violencia y la injusticia. Dios no se cruza de brazos, al contrario, una y otra vez envía emisarios para exigir una rendición de cuentas. Cuando el empecinamiento de los viñadores es desmedido, Dios toma la decisión definitiva: despoja del encargo a los viñadores ineficaces.

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