Domingo VI de Pascua – Ciclo A

Pascua

A quince días de que termine la cincuentena pascual, la Iglesia comienza a prepararnos para la gran celebración que la concluirá: la de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. La manifestación pública de la Iglesia. Podríamos decir que el Señor promete a sus discípulos el envío de un «Paráclito», un defensor o consolador, que no es otro que el Espíritu mismo de Dios, su fuerza y su energía, Espíritu de verdad porque procede de Dios que es la verdad en plenitud, no un concepto, ni una fórmula, sino el mismo Ser Divino que ha dado la existencia a todo cuanto existe y que conduce la historia humana a su plenitud.

  1. ORACIÓN AL ESPIRITU SANTO

Oh Dios que con la luz del Espíritu Santo enseñaste a los fieles la verdad, concédenos conocerla en el mismo Espíritu y gozar siempre de sus consuelos celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo. Así sea. Seguir leyendo «Domingo VI de Pascua – Ciclo A»

Domingo V de Pascua – Ciclo A

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  1. Introducción

El evangelio de hoy nos presentará un Jesús que se autocalifica como camino, verdad y vida, y nos invita a seguir esa senda que es él mismo. La eucaristía celebrada entre hermanos es la realización más clara y concreta de ese ser camino, verdad y vida que Jesús es, y, al mismo tiempo, de aceptar esa realidad de Jesús por parte nuestra.

  1. Oración

Oh Dios, misterio incomprensible, presencia inasible, amor inefable. Ayúdanos a comprender que la Verdad está más allá de nuestras formulaciones, que la Vida eres Tú mismo, y que los Caminos que conducen a Ti son infinitos. Nosotros concretamente te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén Seguir leyendo «Domingo V de Pascua – Ciclo A»

IV Domingo de Pascua – Ciclo A

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En este domingo pascual la Iglesia nos presenta la figura inefable de Cristo, Buen Pastor, que nos lleva al Padre, que da su vida por nosotros, que nos alimenta con los pastos fructuosos de su Palabra y de su Cuerpo y de su Sangre, que nos defiende del lobo rapaz del demonio y de sus secuaces.

Oremos por las intenciones de la Iglesia Universal, por las diferentes vocaciones que Dios ha dado a su Iglesia.

ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

Buen Pastor, Señor Jesucristo, que sientes compasión al ver a las muchedumbres como ovejas sin Pastor. Te pedimos que envíes a tu Iglesia Sacerdotes según tu corazón, que nos alimenten con tu Cuerpo y con tu Sangre. Diáconos que sirvan en el ministerio sagrado y en la caridad a sus hermanos. Religiosos y Religiosa que, por la santidad de sus vidas, sean signos y testigos de tu Reino. Laicos que como fermento en medio del mundo, proclamen y construyan tu Reino por el ejercicio de su diario quehacer. Fortalece a los que has llamado, ayúdalos a crecer en amor y santidad,  para que respondan plenamente a su vocación. María,  Madre y Reina de las vocaciones, ruega por nosotros. Amén Seguir leyendo «IV Domingo de Pascua – Ciclo A»

III Domingo de Pascua – Ciclo A

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La Iglesia en su liturgia nos sigue mostrando su gozo por la resurrección del Señor, como lo tuvo la primitiva comunidad cristiana, que tomó en serio todo el significado de esa resurrección. También nosotros hemos de corresponder con una fe profunda y vivificante. Seguir leyendo «III Domingo de Pascua – Ciclo A»

Octava de Pascua – Ciclo A

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La celebración del Domingo de Pascua se extiende durante toda la semana. Meditemos ante cada encuentro.

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Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor – Ciclo A

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Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

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Hoy celebramos la entrada de Jesús en Jerusalén, que manifiesta la venida del Reino en el Rey Mesías. Pero Jesús no conquista la ciudad por la violencia sino por la humildad y el amor. Por eso viene montado en burrito y es recibido por los niños y los humildes de corazón. Su reino no será impuesto sino que se inaugura con la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Quienes lo acepten por amor serán los miembros de su reino.

Isaías profetizó sobre siervo sufriente. Mateo interioriza sobre esos sufrimientos: abandono de los apóstoles; el silencio del Padre, absoluta soledad. La carga de todos los pecados de la humanidad asumida por Cristo. Sin embargo, desde la Cruz, reina como Señor de todo. Es claramente un reino no de este mundo. Es el reino del amor y quienes lo acepten vivirán con El para siempre.

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Quinto domingo de Cuaresma – Ciclo A

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Cristo sabía que su amigo Lázaro estaba gravemente  enfermo, pero que esta enfermedad no acabaría en la  muerte, sino que serviría para gloria de Dios. No deja de  sorprender el contraste existente entre nuestra manera de  pensar y la de Cristo, entre nuestro vocabulario y el suyo.  Llamamos muerte a la enfermedad, al dolor, a la pobreza,  a todo aquello que conduce a la muerte física. Sin  embargo Cristo la llama «sueño»; por eso va a despertar a  su amigo.

Hoy somos invitados a reflexionar sobre la muerte  verdadera, de la que nos habla claramente San Pablo. Se  trata de la muerte fruto del pecado, muerte de la que  Cristo no nos puede resucitar sin nuestra propia voluntad.  Hay muchos vivientes que andan como muertos, porque  les falta el Espíritu que da la verdadera vida. Hay muchos  que soportan enfermedades irreversibles, que aceptan la  cruz del desprendimiento total, la muerte física, sabiendo  desde la fe que es camino de resurrección y de vida  eterna.

  1. Oración

«Cristo lo es todo para nosotros. Si quieres curar tus heridas, Él es médico. Si la fiebre te abrasa, Él es la fuente de agua fresca. Si te oprime el peso de la culpa, Él es la justicia. Si necesitas ayuda, Él es la fuerza. Si temes la muerte, Él es la vida. Si deseas el cielo, Él es el camino. Si huyes de las tinieblas, Él es la luz. Si buscas comida, Él es el alimento.  Buscad y ved cuán bueno es el Señor; dichoso el hombre que espera en Él.» 

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Cuarto domingo de Cuaresma – Ciclo A

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Un ciego encuentra la luz.  Los ojos se abren conviviendo con Jesús Juan 9,1-41

Este es el domingo de la “Luz”, pero también de la “Alegría”. En la bella tradición de la liturgia cristiana a este domingo se le llama “laetare”, expresión latina que invita a la alegría, una pausa refrescante en arduo camino en el desierto cuaresmal. Con la mirada cada vez más fija en la Cruz gloriosa, en la cual fue entronizada la Luz que da la vida verdadera, bautizados y catecúmenos continúan su “caminar” cuaresmal: memoria del bautismo para los bautizados, preparación para el bautismo por parte de los catecúmenos (SC 109).

 1. Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

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Tercer domingo de Cuaresma – Ciclo A

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  1. Introducción

Lo que Jesús realizó con la samaritana, continúa haciéndolo con los catecúmenos y los fieles, con la Iglesia, actualizando en cada celebración el misterio de su pascua para nosotros. Que su acción sea tan eficaz en nosotros como lo fue en el corazón de la samaritana. Es el fruto de la Eucaristía, prenda desde ahora del misterio celestial (postcomunión).

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