Domingo 33 del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Domingo XXXIII del tiempo ordinario:

«Veréis venir al Hijo del Hombre»

1. Introducción

Este domingo es una invitación a una buena noticia: nos espera la plena realización de todas las esperanzas de paz, alegría, amor, verdad y justicia. Al final del tiempo, la realización y consumación de la esperanza. Asidos en una palabra que es garantía de futuro: «no pasará esta generación antes de que todo se cumpla». Es misión del cristiano hacer presente este futuro en cada generación. Asumir con ojos de distancia y de futuro la responsabilidad del quehacer de cada día. No tiene que resultarnos extraño que en cada acción –por pequeña que ésta sea- resuene un cierto sabor de futuro. La fe y la esperanza nos aseguran que Dios da futuro al presente.

2. Lectura del Profeta Daniel 12,1-3.

En el tiempo aquel se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: Serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida perpetua, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.

2.1. Nuestro texto nos dice que «entonces»… serán tiempos difíciles como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora» (12, 1). En un primer plano, nuestro autor parece referirse a la etapa de opresión contra los judíos llevada a cabo por Antíoco III y IV, de los que fue contemporáneo. El sumo sacerdote Onías es vilmente asesinado, se comete un robo sacrílego en el templo de Jerusalén al apoderarse de las copas de oro y demás utensilios. Antíoco IV llega a proscribir el judaísmo y coloca una estatua de Zeus en el mismísimo templo (cfr. II Mac. 5). Alguno judíos colaboraron con Antíoco: son los apóstatas; otros se resisten con fuerza: Los Macabeos, los mártires (11, 21-39). Así nacen algunos de los partidos político-religiosos de los judíos. Pero Daniel no se conforma con desarrollar los hechos históricos conocidos (cap. 10-11, 39) sino que nos describe, con motivos tradicionales del A.T., los últimos momentos que precederán a la instauración definitiva del reinado de Dios (11, 40-12, 1ss.) El rey del Sur (= Egipto) atacará y Antíoco morirá, no en algún lugar de Palestina «entre el mar y la Perla de la Santa Montaña» como nos dice el texto (I Mac. 6 y II Mac. 9), sino en Persia el año 163 a. Xto, como consecuencia de una misteriosa enfermedad. Guerras e intensos sufrimientos antes de la instauración del reino de Dios son temas básicos de toda la Apocalíptica.

2.2. Los vs. que leemos hoy constituyen la lógica conclusión al relato que comenzó con el cap. 10. En medio del sufrimiento y de la gran tribulación, el Arcángel Miguel protegerá y librará al pueblo de Dios que ha permanecido fiel. Está tan seguro de ello el autor que llega a afirmar que los nombres de los salvados están «inscritos en el libro». En esta época tardía encontramos la idea de ángeles guardianes o tutelares de los reinos. De la porción escogida de Dios, Israel, se ocupará Miguel. Por dar testimonio de Dios, los mártires han perdido su vida durante la persecución. ¿Su final será el mismo que el de los malvados? ¿Buenos y malos acabarán sus días en el «sheol» compartiendo una misma suerte? Daniel introduce algo nuevo en la revelación veterotestamentaria: «muchos de los que duermen en el polvo despertarán…» (v. 2). Se trata de una resurrección individual, no universal: Daniel parece mencionar sólo a los caídos durante la última persecución. Y tras la resurrección un juicio de separación: «…unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua» (v. 2). En esta nueva etapa del reino Lo que nosotros entendemos hoy por vida eterna no aparece en Daniel. Los llantos, gritos, cadenas, fuego… que sufrirán los perversos, son ideas no bíblicas sino de la literatura apocalíptica no canónica.

2.3. Aplicación: ¿Y cómo instaurar este nuevo reino de Dios de paz y felicidad? En el v. 3 el autor señala «un grupo privilegiado entre los salvados: no son los guerreros ni siquiera los mártires, sino un grupo de maestros que predican con éxito la conversión, o sea, devolver al estado de justicia; es decir, la instauración del nuevo reino no es un acto soberano independiente de las actitudes humanas.

3. SALMO RESPONSORIAL Sal 15,5 y 8, 9-10 11

R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena:
Porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

3.1. SINCERIDAD CONMIGO MISMO

Digo a mi Señor: «Tú eres mi Dios; mi felicidad está en ti. Los que buscan a otros dioses no hacen más que aumentar sus penas; jamás pronunciarán mis labios su nombre». Repito esas palabras, te digo a ti y a todo el mundo y a mí mismo que soy de veras feliz en tu servicio, que me dan pena los que siguen a «otros dioses»; los que hacen del dinero o del placer, de la fama o del éxito, la meta de sus vidas; los que se afanan sólo por los bienes de este mundo y sólo piensan en disfrutar de gozos terrenos y ganancias perecederas. Yo no he de adorar a sus «dioses».

Y, sin embargo, en momentos de sinceridad conmigo mismo caigo en la cuenta, con claridad irrefutable, que también yo adoro a esos dioses en secreto y me postro ante sus altares. También yo busco el placer y las alabanzas y el éxito, y aun llego a envidiar a aquellos que disfrutan los «bienes de este mundo» que a mí me prohíbe mi fe. Sí que renuevo mi entrega a ti, Señor, pero confieso que sigo sintiendo en mi alma y en mi cuerpo la atracción de los placeres de la materia, la fuerza de gravedad de la tierra, la pena escondida de no poder disfrutar de lo que otros disfrutan. Aún tomo parte, al amparo de la oscuridad y el anónimo, en la idolatría de dioses falsos, y ofrezco irresponsablemente sacrificios en sus altares. Aún sigo buscando la felicidad fuera de ti, a pesar de saber perfectamente que sólo se encuentra en ti. Por eso mis palabras hoy no son jactancia, sino plegaria; no son constancia de victoria, sino petición de ayuda. Hazme encontrar la verdadera felicidad en ti; hazme sentirme satisfecho con mi «heredad», mi «lote» y mi «suerte», como me has enseñado a decir. «El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en su mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad».

Enséñame a apreciar la propiedad que me has asignado en tu Tierra Santa, a disfrutar de veras con tu herencia, a deleitarme en tu palabra y descansar en tu amor. Y prepárame con eso a hacer mías en fe y en experiencia las palabras esperanzadoras que pones en mis labios al acabar este Salmo: «Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha». Hazlo así, Señor.

4. Lectura de la carta a los Hebreos 10,11-14. 18.

Hermanos: Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.

En la sección central de toda la carta a los Hebreo (5, 11-10, 39), encontramos tres párrafos más centrales todavía (7, 1-28; 8, 1; 9, 28 y 10,18). Nuestro texto se encuadra dentro de este último y constituye, por tanto, una de las partes centrales del escrito. El tema general de este último párrafo es la exposición de que el sacrificio de Cristo es causa de una salvación eterna. En este texto no se aborda la cuestión globalmente, sino desde un punto de vista concreto: la obra de Jesús es definitiva y perpetua. La Muerte y Resurrección de Jesús han cambiado radicalmente el posible destino humano de cómo habría sido sin esta intervención de Dios. El autor es consciente de cuanto falta para llegar a la consumación total de todo ello, pero el paso más importante, ya ha sido dado. El texto habla de la muerte, suponiendo todo lo anterior de la carta, pero también insinúa claramente la exaltación de Cristo, o sea, la Resurrección y sus consecuencias. Téngase en cuenta el matiz del v. 18, que podría hacernos reflexionar sobre la idea de un sacrificio expiatorio aplicada a la obra de Cristo. Es todo lo contrario. El perdón es independiente de una ofrenda cúltica, ritual. Es obra del amor gratuito de Dios, es aceptación y exaltación de la condición humana. Sucedida en la vida del Hijo y con El, en la de todos los hombres.

5. Lectura del Evangelio según san Marcos 13,24-32

Dijo Jesús a sus discípulos: 24 Pasada la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá y la luna no dará resplandor; 25 las estrellas caerán del cielo y las fuerzas celestes se tambalearán.26 Entonces verán venir al Hijo del hombre entre nubes con gran poder y gloria. 27 Él enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra al extremo del cielo.28 Aprended de la higuera esta parábola: Cuando sus ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, sabéis que se acerca el verano. 29 Pues lo mismo vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que ya está cerca, a las puertas. 30 Os aseguro que no pasará esta generación sin que todo esto suceda. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 32 En cuanto al día y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre.

5.1.Explicación del texto: El evangelio está tomado del discurso escatológico de Jesús que, en Marcos, ocupa todo el capitulo 13. Si leemos el capítulo entero, veremos que su estilo es apocalíptico y que contiene elementos proféticos y exhortativos. Lo más importante y lo central del capítulo es el anuncio de la venida del Hijo del hombre (vv. 16-32). Este anuncio está precedido por unas exhortaciones a la fidelidad en tiempos recios de persecución (vv. 1-23) y va seguido de otras sobre la vigilancia (vv. 33-37). Lo que Marcos pretende es sostener la fidelidad y la perseverancia de la comunidad cristiana en tiempos difíciles, alentando la esperanza con la fe en la venida del Hijo del hombre. Las imágenes que se utilizan son típicas de la literatura apocalíptica: la figura del Hijo del hombre tomada del libro de Daniel; los cataclismos, que indican una pronta intervención de Dios; los ángeles; los símbolos cósmicos (La escena es grandiosa. El sol «se hará tinieblas», ya no pondrá luz y calor en el mundo. La luna «no dará su resplandor», se apagará para siempre. Las estrellas «se irán cayendo del cielo» una detrás de otra. Las fuerzas de los cielos «temblarán». Este mundo que parece tan seguro, estable y eterno, se hundirá.). En la apocalíptica, los cataclismos cósmicos son símbolo de la intervención de Dios en la historia y de su juicio sobre la humanidad. En esta clave hay que interpretar la venida del Hijo del hombre tal y como la describe Marcos. Mientras el Señor vuelve, sus discípulos deben vivir en actitud de vigilancia y atención a los signos del paso de Dios por sus vidas y por la historia. La parábola de la higuera invita precisamente a eso: a velar y discernir los signos de los tiempos y a vivir en fidelidad a la voluntad de Dios.

5.2. Contexto. Visión de la historia según Jesús. Descripción imaginativa del final del mundo no bueno en que vivimos (vs. 24-27). Jesús trata de inculcar en sus discípulos la certeza de este final. Para ello se sirve de una comparación (vs. 28-29) y de dos aseveraciones (vs. 30-31). Sin embargo, certeza no es sinónimo de fecha: ésta permanece oculta (v. 32).

5.3. Pre-texto. Ardiente espera de un final del orden presente, al que seguirá un orden o mundo nuevo. La apocalíptica es la literatura que aborda esta temática. Para ello se sirve de un lenguaje especial, el lenguaje que tiene su origen en la fantasía. No es de naturaleza informativa, es decir, no es una guía en la que se nos comunica el desarrollo de unos hechos. Es de naturaleza simbólica, plástica y está al servicio de una idea, de una concepción. Por lo que respecta al final, éste es expresado con imágenes tremendistas: cataclismos cósmicos, guerras, fuego, derrumbamientos, personajes celestes, señales luminosas, trompetas convocando a juicio. Es la imaginería que se recoge en el Evangelio de hoy. Su valor no es literal, sino simbólico.

5.4. Sentido del texto. ¿Es la vida una gran epopeya de una enorme insustancialidad? ¿Es algo cerrado en sí mismo y carente de sentido? ¿Es un caminar constante hacia una meta inalcanzable? ¿Un camino a lo largo del cual vivimos, sin más y sin perspectiva, el amor y el odio, la voluptuosidad y la angustia, la esperanza, el anhelo, la soledad y el desaliento? ¿Es un vivir simplemente porque hay que vivir, sin otra razón de ser que el de tener que hacerlo? La cruda experiencia así parece sancionarlo. Pero, por encima de la voz de la experiencia, resuena este domingo la voz potente de Jesús, para gritarnos que la vida es una tarea hermosa, cuyo alcance y proporciones se verán un día, día que El no está en condiciones de precisar, pero sí de asegurar, con la seguridad y certeza de quien está también cimentado en la Roca que es Dios.

5.4. Visualiza la impresionante venida del Hijo del hombre que describe Marcos: en medio de una terrible oscuridad, porque el sol, la luna y las estrellas se han apagado, aparece la figura majestuosa y gloriosa, luminosa y radiante del Hijo del hombre que viene a juzgar y a reunir a sus elegidos. ¿Sientes miedo o sientes confianza al pensar en el final de este mundo que pasa y en la venida definitiva del Señor? ¿Cuáles son las razones de tus sentimientos, sean de miedo o de confianza? El Señor quiere exhortarnos a vivir con conciencia y plenitud cada instante de nuestra vida, a no desperdiciar el don del tiempo, a vivir con sabiduría y justicia pues no sabemos el día ni la hora. ¿Vives con gratitud, intensidad y fidelidad los días que el Señor te regala?

¿Deseas la venida y cercanía del Señor o las imágenes apocalípticas te hacen temer ese acontecimiento? Medita, a propósito de esto, la súplica de la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo: “El Espíritu y la Novia dicen: ¡Ven!, y el que lo oiga diga: ¡Ven!” (Apoc 22,17). La espera de la venida del Señor nos hace estar en vigilancia, anticipando esa venida con obras de justicia y misericordia. ¿Cómo puedes transparentar la cercanía de Dios y su venida constante en medio de nosotros? La venida del Hijo del hombre debe llenarnos de alegría, consuelo y esperanza por la promesa del Señor de crear “un cielo nuevo y una tierra nueva” donde habite la justicia (cf. Is 65,17; Apoc 21,1), una nueva creación en la que Dios lo sea todo en todos y el Reino de Dios llegue a su plenitud, una nueva humanidad en la que el mal ya no exista y Él sea el Señor de todos y de todo. ¿Experimentas tú esa alegría y ese consuelo? Si no es así, pídele al Señor que aumente tu fe, que calme tu miedo y que te llene de esperanza en sus promesas.

Ahora preparamos los cantos para la celebración dominical:

1. Canto de entrada: Como el ciervo (A. Mejía. Asamblea que canta)
2. Presentación de ofrendas: Bendito seas Señor (Francisco Palazón, Alrededor de tu mesa)
3. Cantos de comunión: Señor no soy digno (J. A. Espinosa). Venga tu Reino (Kairoi). Ven Señor Jesús (Kairoi)
4. Salida: Santa María de la Esperanza (J. A. Espinosa).

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