La eucaristía es también un tesoro escondido. Tanto que pasa desapercibido incluso para nosotros, que venimos a misa con asiduidad. Escondido en cosas tan triviales como pan y vino está nada menos que todo el insondable amor de Dios a los hombres. Si descubrimos ese tesoro, si lo apreciamos, nos llenaremos de gozo y nuestra eucaristía resultará de verdad una fiesta. Sólo sentiremos de verdad el amor de Dios, si empezamos por demostrar amor a nuestros hermanos los más débiles. Seguir leyendo «Domingo 17 del Tiempo Ordinario – Ciclo A»