Domingo 18 del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Domingo 18 TO

El profeta Isaías proclama una invitación aparentemente demasiado atractiva y sencilla: se trata de comer y beber sin pagar un centavo. Las preguntas retóricas exhiben el proceder erróneo de un pueblo que desperdicia sus escasos recursos en balde. El camino propuesto por Isaías es más sencillo. La vida del ser humano no depende de sus puras fuerzas, también cuenta con la bendición y el cariño de Dios; no tiene sentido afanarse excesivamente por los bienes materiales, si se cuenta con su protección. La ilustración de esta certidumbre queda de manifiesto en el relato de la multiplicación de los panes. El Señor Jesús se acogía a la bendición del Padre, a la solidaridad de sus discípulos y alimentaba a los necesitados. Como alguien afirma: «cuando se comparte nunca falta; cuando se acapara, nunca alcanza». La solidaridad y el intercambio de bienes son dos diques que debemos poner a las riquezas para que no se tornen peligrosas.

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